
Un sarcófago con un interior lleno de pinchos estrategicamente colocados para no causar la muerte del prisionero, las afiladas puntas se clavaban en partes blandas y puntos no vitales para que el sufrimiento fuera el máximo posible. El ejecutado sufrió terribles dolores durante dos días y eran continuos sus lloros y gritos de dolor durante ese tiempo. Las perforaciones que sufrió iban desde brazos y piernas en varios puntos hasta otros más delicados como el abdomen, hombros y el más espeluznante de todos, los ojos.
¿COMO ERA?
